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viernes, 14 de noviembre de 2025

Stickers imprimibles navideños 3D






















Existían millones de estrellas en el cielo. Estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas y azules. Un día inquietas, ellas se acercaron a Dios y le dijeron: - Señor Dios, nos gustaría vivir en la Tierra, entre los hombres. - Así será hecho, respondió el Señor. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, como son vistas, para que puedan bajar para la Tierra. Cuéntase que, en aquella noche, hubo una linda lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños, y la Tierra quedó maravillosamente iluminada. Pero con el pasar del tiempo, las estrellas resolvieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando la tierra oscura y triste. - ¿Porqué volvieron? preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo. - Señor, no nos fue posible permanecer en la Tierra. Allá existe mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha injusticia. Y el Señor les dijo: - ¡Claro! El lugar de ustedes es aquí en el cielo. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere, nada es perfecto. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno, donde nada perece. Después que llegaron todas las estrellas y verificando su número, Dios habló de nuevo: - Nos está faltando una estrella. ¿Será que se perdió en el camino? Un ángel que estaba cerca replicó: - No Señor, una estrella resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límite, donde las cosas no van bien, donde hay lucha y dolor. - ¿Qué estrella es esa? Volvió a preguntar Dios. - Es la Esperanza Señor. La estrella verde. La única estrella de ese color.
 

 

 

Poemas Cuentos Leyendas






 

Stickers y clings para diseños navideños imprimibles,3D









Poema La Niña A Quien Dijo El Ángel

de Lope de Vega

La Niña a quien dijo el Ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios madre le trujo tan altas nuevas, ya le mira en un pesebre, llorando lágrimas tiernas, que obligándose a ser hombre, también se obliga a sus penas. ¿Qué tenéis, dulce Jesús?, le dice la Niña bella; ¿tan presto sentís mis ojos el dolor de mi pobreza? Yo no tengo otros palacios en que recibiros pueda, sino mis brazos y pechos, que os regalan y sustentan. No puedo más, amor mío, porque si yo más pudiera, vos sabéis que vuestros cielos envidiaran mi riqueza. El niño recién nacido no mueve la pura lengua, aunque es la sabiduría de su eterno Padre inmensa. Mas revelándole al alma de la Virgen la respuesta, cubrió de sueño en sus brazos blandamente sus estrellas. Ella entonces desatando la voz regalada y tierna, así tuvo a su armonía la de los cielos suspensa.

 




 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Todo para Navidad XII Set ilustraciones para diseño

 
























































































































 Poemas de Navidad

Cuando era chica iba a ver el pesebre de la iglesia Santa Ana, con su vaquita echada, su pastor dando un paso detrás de las ovejas, un lago de agua celeste sobre un redondo espejo ( allí metía mis manos cuando nadie miraba, esperando un milagro de ese frescor sagrado ). Y el Jesús Niño con los brazos abiertos y mirándome . . . Sólo a mí me miraba. Eso creía. Sólo a mí, porque El y yo manteníamos un diálogo cada noche, cuando con mis hermanitas le rezábamos para : " Que el alma de mamita descanse en paz y el Niñito Jesús nos haga buenas y felices. Amén ". Todo el año lo imaginaba durante la oración, pero en Navidad El estaba allí, con su pañal y sus pies desnudos, con su padre tan serio y su madre hermosísima. Yo le decía que hiciéramos un trato : no me comería más las uñas, no robaría dulce de leche ni scons de la alacena, y El me traía de nuevo a mi mamá. Pero no. Mi mamá ya era un lucero de un cielo y los luceros no andan arrastrando su túnica de luz por las veredas. . . Pasaron tantas navidades como pétalos tiene una margarita. No, no volví a Santa Ana; no le pedí imposibles a mi amigo chiquito, acepté los designios de un Dios grande que tiene sus razones para dar y quitar. Aprendí a resignarme, a esperar, a llorar sin que nadie me vea; traté de comprender . . . y de aprender que el amor no pide explicaciones. Y aquí estoy, acercándome a esta Navidad . . . A mí siempre me gustaron las fiestas, su gusto a mazapán, su ruido de "rompe portones",sacarle el brillo con un lienzo a las copas, ponerle una campana al pino y lucecitas que se encienden y se apagan como el parpadeo mágico de un gnomo, reunirnos alrededor de la mesa fragante y llevar en el corazón a los que ya partieron para hacerlos brindar con nuestro vino y sonreír desde nuestra sonrisa. Pero este año, un poco triste o nostálgica, he buscado a mi antiguo amiguito: sobre el aparador un Niño Dios pequeñísimo de un pesebre de terracota que me hizo una amiga; lo pongo en la palma de mi mano y tiembla, como yo. Una lágrima entibia su cuerpecito leve, y le ruego, le ruego, le pido: "Señor, no quiero grandes cosas, no me des los océanos, sino un vaso de agua cada vez que tenga sed. No me des los sembrados de la tierra, sino una rebanada de pan cada vez que tenga hambre. No me des la extensión de las praderas, sino una parcelita verde donde echarme cara al cielo a mirar las estrellas, el vuelo de los pájaros, los rayos amarillos conque el sol me hace cerrar los párpados. No me des un vergel: quiero una flor tan sólo, un jazmín infinito que perfume mis días. Y una sonrisa que no se gaste como la cuentas del rosario. Y ganas de hacer lo que hago, para que no me convierta en una autómata o en una rutinaria". Dame esa cuota de amor que le permite al corazón latir sin sobresaltos, latir seguro y suave, con ese movimiento de vaivén con que la brisa mueve las ramas de los álamos. No me des una importante enciclopedia. . . dame una sencilla palabra para decir a cada una personas que se acercan a mí y hacerlas más dichosas. Niño de luz : que mis dolores no me nublen los ojos impidiéndome ver los dolores de los demás. Dale a mi mano, casi siempre extendida, una mano que la apriete con cariño. Pero por sobre todas las cosas, pequeño amigo mío, quiero pedirte algo muy especial. No me digas que no. No le digas que no a la niñita que visitaba tu pesebre en Santa Ana, a la que dejaba terrones de azúcar debajo del pasto amarillento para que comieran los camellos de los tres Reyes Magos. No le digas que no a la niñita que suplicaba que le devolvieras a su mamá y corría desaforadamente cada vez que tocaban el timbre de la puerta de calle. . . porque creía que era ella, la ausente, la que llamaba para estrecharla otra vez contra su pecho. . . Porque es un poco ella la que te pide, y un poco yo. Somos las dos que te rogamos que borres para siempre, para siempre siempre, la palabra 'soledad ' en nuestra vida".

Poldy Bird

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