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viernes, 14 de noviembre de 2025

Stickers y clings imprimibles con diseños y dibujos navideños 3D












Coplas de Navidad (o Coplas para Navidad)

María Elena Walsh

No sé de dónde vengo y voy para Belén. Belén está muy lejos, hay que tomar el tren, cruzar el mar, en coche, después seguir a pie. Belén no está lejos, cerca está Belén. Queda donde todos nos portamos bien. Se me ha perdido un niño y no lo puedo hallar. Lo andoy* buscando a tientas con gran necesidad. Lo llamo y no contesta. Yo llego y él se va. El niño está cerca, ahí nomás está, durmiendo tranquilo junto a su mamá. Recuerdo que hace añares solíamos jugar. Los dos éramos changos, pero una Navidad me fui para ser grande y ya no lo vi más. Pero Él no se cansa nunca de jugar. Sigue siendo chango para Navidad. Le llevo mil regalos en cajas de cardón*, y voy con mucho miedo porque alguien me contó que el chango amigo mío ahora es gran señor. No le lleves nada, nada, por favor, más que un paquetito con tu corazón.

* andoy = ando * cardón = madera de un cactus de gran tamaño.
 

 












 

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El corazón del borrico

Autor Rossana Guarnieri.

Cuentos y leyendas cristianos.

Cuento de Navidad perteneciente al Proyecto Cuentos para Crecer.

 

La tarde en que apareció en el cielo la estrella que indicaba el camino para encontrar y adorar al futuro Rey del mundo recién nacido, el pastor Amhed yacía enfermo en su cabaña, sin poder moverse con fiebre alta. Entonces llamó a su hijo Alí y le dijo: —Irás tú a adorar al Niño, siguiendo esa estrella. Llévale de regalo un saquito de dátiles. Alí se preocupó. — ¿Y si el camino es muy largo? Yo soy todavía pequeño y no muy fuerte, padre. —Coge el borrico Barai, él te llevará. Tampoco Barai era fuerte, tenía ya muchos años en la grupa, estaba tan delgado que las costillas se le marcaban en la piel, el pelo era áspero y escaso, los ojos nublados. Pero mejor eso que nada… Alí subió al borrico y partió. Pasaron horas y horas de lento viaje antes de llegar a una cabaña sobre cuyo tejado se había detenido la estrella, y ya era noche cerrada. Alí vio a un niño recién nacido que dormía sobre la paja. Un hombre y una mujer de rostro dulcísimo dormían junto a él. Cerca del Niño alentaban un buey y un asno. Pensó que no era cuestión de despertarlos, bajó de la grupa de Barai, se recostó contra una pared de la cabaña y se durmió él también. Barai, por su parte, estaba bien despierto, porque cuando se es viejo se duerme poco. Muerto de cansancio, pero despierto. Y de repente vio que el asno junto al Niño había abierto los ojos. —Eh —exclamó bajito—. ¿Cómo estás? Has tenido un gran honor, ¿no es verdad? —Sí, así es —respondió el otro—. Pero, ya ves, a fuerza de estar parado y agachado, me duelen las patas, estoy todo dolorido, daría cualquier cosa por moverme un poco, pero no puedo dejar mi puesto porque con mi aliento, junto al buey, caliento al Niño. —Ve a dar una vuelta que yo te sustituiré —sugirió Barai. El asno no se hizo de rogar, se levantó despacito y Barai ocupó su puesto. Estaba orgulloso de veras por estar junto al Niño, de calentarlo como podía, y a pesar del cansancio y de lo incómodo de la postura, consiguió seguir despierto. Entretanto, sobre aquella mísera cabaña, alta en el cielo, seguía brillando la estrella. Al cabo de un rato volvió el asno. —Me siento mucho mejor. Gracias, amigo, has sido muy bueno. —Oh, no es nada, lo he hecho con gusto, de corazón. Los dos volvieron a cambiarse el puesto, Barai se acurrucó junto a Alí dormido y al fin se durmió también. Llegó el amanecer. Se despertó el Niño. Se despertaron su papá y su mamá, el buey y el asno. También despertó Alí, adoró al Niño y le ofreció el saquito de dátiles que había traído de casa. Luego despertó a Barai que dormía aún junto a él para reemprender el camino a casa y de repente abrió unos ojos como platos. ¿Era «su» borrico aquel que se estaba levantando con un pequeño rebuzno? El pelo de Barai se había vuelto apretado y reluciente, la mirada viva, las costillas ya no sobresalían, parecía rejuvenecido muchos años. Alí subió a su grupa, cada vez más maravillado, ansioso por contar lo sucedido a sus padres. Entretanto iban llegando otros pastores, campesinos, gente de los alrededores, todos con regalos, todos deseosos de adorar al Rey del mundo. El Niño dijo adiós con la manita a Alí y su papá y su mamá le sonrieron. Y él, aunque no acertaba a comprender tantas cosas, por ejemplo, por qué su borrico había cambiado tanto, se sentía muy, muy feliz. Fin Rossana Guarnieri Cuentos y leyendas cristianos

 

Navidad Poemas y Cuentos





 

Stickers y Clings navideños para imprimir 3D













La noche tenía un Cielo brillante. Las estrellas habían salido en alegres grupos para iluminarlo y advertir y precisar ante los habitantes de la tierra que era la víspera de la Navidad, por lo que nadie podía tener amarguras, ni peleas, ni guerras. Se acercaba el Nacimiento de Jesús, la mejor noticia que el Mundo iba a recibir por los siglos de los siglos. Era, en cierta forma, el mensaje de paz que la Madre Naturaleza lanzaba, en una estación invernal, a un mundo convulsionado por las guerras, por los espíritus belicosos, por los hombres que habían olvidado que muy jóvenes, desde su nacimiento, habían creado un núcleo denominado Familia, que con el paso de los años se estaba desintegrando, con lo cual los grandes valores morales y éticos, dolorosamente, se escabullían. También ese Cielo tan preciosamente iluminado quería despertar la conciencia de tantos y tantos jóvenes -hombres y mujeres- sumidos en la más tremenda oscuridad porque una vez, pese a las numerosas advertencias, ingresaron en el mundo de las drogas. Y a muchísimos les costaba salir luego de ellas. Y, generalmente, pasaban a convertirse en delincuentes porque su adicción les obligaba a matar o a robar. El Cielo quería con esa luminosidad indicar el camino para quienes son causantes de las grandes epidemias que, como el Sida, van extendiéndose por el mundo, y señalarles que, con mínimas precauciones, podían evitar su propagación y no seguir siendo la causa de miles y miles de muertes. Quería también el Cielo, rodeado de estrellas que se mantenían firmes y no eran fugaces, dar una luz de esperanza para millones de personas víctimas del racismo y la xenofobia, por el color de su piel, por su procedencia, por su condición económica débil, para que tuvieran un hálito de paz y pensaran que un día no muy lejano serían bien recibidos y desaparecerían todas las persecuciones, los malos y despectivos tratos, las mofas y podrían trabajar y establecerse en países que no eran los suyos para ayudar a crear riquezas y poder subsistir decorosamente. La víspera del Nacimiento del Niño Dios, un Cielo tan resplandeciente, pretendía indicar que todas las religiones eran igualmente respetables y que en nombre de ninguna de ellas se podía incitar al crimen, al terrorismo, a la violencia porque, precisamente Dios, creó al mundo para que la gente se entendiese mediante la palabra. Desde miles de kilómetros de distancia, el Cielo ofrecía a la vista un hermoso panorama, como queriendo decir que iban a desaparecer las desigualdades sociales; que los hombres y mujeres de buena voluntad contarían con los recursos indispensables para su supervivencia y que la pobreza y la miseria pasarían a ser elementos de un lejano pasado. Así se conseguiría que la felicidad fuera la norma general , que ya nadie pasaría hambre, que todos contarían con una vivienda digna, con eficientes sistemas de salud y de educación, sin prejuicios sociales ni discriminaciones. En fin, ese conglomerado de estrellas no se había asomado al Cielo para darle un simple colorido. No. En cada uno de sus reflejos luminosos traía un mensaje específico para que se acabaran las guerras; para que la familia volviera a ser ese gran núcleo compacto donde predominase el diálogo, como símbolo de unidad; para que desapareciesen las pandemias, causantes de tantas muertes; para que no hubiese nunca más las drogas malignas y se eliminaran para siempre las redes de narcotraficantes; para que el blanco, el negro, el amarillo y todas las razas convivieran pacíficamente ayudándose unas a otras; para que todas las religiones se uniesen en un sólo objetivo de ser auténticas guías espirituales y, en su nombre, no volviesen a aparecer vientos bélicos; para que en todo el mundo las divergencias, las diferencias entre los seres humanos encontraran la solución mediante el diálogo. Todo esto lo soñé con una extrema felicidad, con el orgullo de pertenecer a una raza humana que había encontrado, sin vacilaciones, por fin, el camino amplio de la confraternización; el Cielo parecía decirme: "goza bien de esta noche, que a lo mejor nunca se repetirá. Pero cuando despiertes trata de convertirte en una adalid de las buenas y nobles causas. Debes formar causa común con tu familia, con tus amigos, para que todos, como una sola persona, procuren hacer el bien". Pero, desafortunadamente todo era un sueño. Tuve que despertar y encontrarme con la realidad, con esa cruda realidad, que muchas veces, con gesto dolorido, remueve las entrañas ante tantos hechos dolorosos, tristes, injustos y amargos que se viven a diario Durante la noche la lluvia y la nieve se habían entremezclado y el Cielo había estado permanentemente a oscuras. Mi mente había ideado un mundo digno. Un mundo construido para el ser humano. Un mundo, sin embargo, destruido por el propio ser humano, debido a su egoísmo, a no saber alejar de su corazón las malas obras y la cizaña y por tener abierta su mente y su pensamiento para el mal cerrándole todas sus puertas al bien.

Guillermo Piedrabita


 

 




 

lunes, 10 de noviembre de 2025

Ilustraciones navideñas, material gratis para diseño

 

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Set navideño duendes para descargar 





















La reflexión navideña para la familia puede centrarse en la unión, el amor y la gratitud como valores principales, aprovechando estas fechas para fortalecer los lazos y recordar la importancia de estar juntos. También es un momento para reflexionar sobre el año que termina, agradecer lo vivido, reconocer el crecimiento personal y, sobre todo, valorar a los seres queridos más allá de lo material. 
Reflexiones clave para compartir en familia
  • Fortalecer lazos y valores: La Navidad es una oportunidad para demostrar afecto y transmitir valores como la solidaridad, la empatía y el amor a través de gestos y convivencia.
  • Gratitud y aprecio: Es el momento ideal para agradecer por los momentos vividos, por la salud, por tenerse unos a otros y por los pequeños detalles que hacen especial la vida.
  • Reflexión y crecimiento personal: La Navidad es una pausa para mirar hacia atrás y reflexionar sobre los logros, los desafíos superados y cómo hemos crecido como personas. Permite cerrar ciclos y proyectar metas para el futuro.
  • El verdadero sentido de la Navidad: Recordar que la verdadera esencia de estas fechas no está en los regalos materiales, sino en compartir, dar y recibir amor, y en la compañía de quienes amamos.
  • Solidaridad con los demás: Invitar a los hijos y miembros de la familia a pensar en quienes tienen menos y a practicar la generosidad y la solidaridad, entendiendo que dar es una de las mejores formas de celebrar.
  • Paz y esperanza: Aprovechar el espíritu navideño para desearse mutuamente paz, esperanza y que el amor de estas fiestas acompañe durante todo el año.