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martes, 2 de diciembre de 2025

Oración a la Virgen del Adviento


Oración a la Virgen del Adviento.

María, Virgen del Adviento, esperanza nuestra,

de Jesús la aurora, del cielo la puerta.

Madre de los hombres, de la mar estrella,

llévanos a Cristo, danos tus promesas.

Eres Virgen Madre, la de gracia llena,

del Señor la esclava, del mundo la reina.

Alza nuestros ojos hacia tu belleza,

guía nuestros pasos a la vida eterna.



La Virgen María siempre nos acompaña en la vida y

también en el Adviento. En este tiempo,

la liturgia la recuerda diariamente y de modo particular

en la Solemnidad de su Inmaculada Concepción.

En esta fiesta celebramos que María

fue preservada del pecado original

desde el mismo instante de su concepción.






miércoles, 26 de noviembre de 2025

Feliz Día de Acción de Gracias



Padre Celestial, te agradecemos por todas las bendiciones

que nos has dado en este año: nuestra familia, amigos,

nuestro hogar y el alimento. Ayúdanos a recordar siempre tu

bondad y a compartir tu amor con los demás.

Confiamos en tu amor y fidelidad, incluso en los momentos difíciles,

y agradecemos la salvación a través de Jesucristo. 

Amén


Oración de gratitud:

• Gracias por las bendiciones: 

Agradece a Dios por la familia, 

amigos, hogar, comida y el refugio que provee.

• Gratitud por la bondad: 

Expresa gratitud por las bendiciones 

espirituales y temporales, 

incluyendo la fe, la salud, y el amor.

• Agradecimiento por la salvación: 

Da gracias por el regalo de la salvación 

a través de Jesucristo, quien murió para 

que todos puedan tener vida eterna.

• Confianza en el futuro: 

Pide la sabiduría para seguir 

confiando en la fidelidad de Dios, 

incluso durante los tiempos difíciles, 

y para vivir de manera que su 

voluntad se manifieste en el mundo.

• Petición de perdón y fortaleza: 

Pide perdón por los pecados y la fortaleza 

para seguir el camino de Dios y para hacer el bien.

• Bendición a la comunidad: 

Pide a Dios que bendiga a tu congregación, 

comunidad, nación y al mundo en general.

• Gratitud por la vida y la creación: 

Agradece por el aire que respiras, 

por los árboles y la hierba, y por el aliento de vida.

viernes, 14 de noviembre de 2025

Stickers y clings imprimibles con diseños y dibujos navideños 3D


















El corazón del borrico

Autor Rossana Guarnieri.

Cuentos y leyendas cristianos.

Cuento de Navidad perteneciente al Proyecto Cuentos para Crecer.

 

La tarde en que apareció en el cielo la estrella que indicaba el camino para encontrar y adorar al futuro Rey del mundo recién nacido, el pastor Amhed yacía enfermo en su cabaña, sin poder moverse con fiebre alta. Entonces llamó a su hijo Alí y le dijo: —Irás tú a adorar al Niño, siguiendo esa estrella. Llévale de regalo un saquito de dátiles. Alí se preocupó. — ¿Y si el camino es muy largo? Yo soy todavía pequeño y no muy fuerte, padre. —Coge el borrico Barai, él te llevará. Tampoco Barai era fuerte, tenía ya muchos años en la grupa, estaba tan delgado que las costillas se le marcaban en la piel, el pelo era áspero y escaso, los ojos nublados. Pero mejor eso que nada… Alí subió al borrico y partió. Pasaron horas y horas de lento viaje antes de llegar a una cabaña sobre cuyo tejado se había detenido la estrella, y ya era noche cerrada. Alí vio a un niño recién nacido que dormía sobre la paja. Un hombre y una mujer de rostro dulcísimo dormían junto a él. Cerca del Niño alentaban un buey y un asno. Pensó que no era cuestión de despertarlos, bajó de la grupa de Barai, se recostó contra una pared de la cabaña y se durmió él también. Barai, por su parte, estaba bien despierto, porque cuando se es viejo se duerme poco. Muerto de cansancio, pero despierto. Y de repente vio que el asno junto al Niño había abierto los ojos. —Eh —exclamó bajito—. ¿Cómo estás? Has tenido un gran honor, ¿no es verdad? —Sí, así es —respondió el otro—. Pero, ya ves, a fuerza de estar parado y agachado, me duelen las patas, estoy todo dolorido, daría cualquier cosa por moverme un poco, pero no puedo dejar mi puesto porque con mi aliento, junto al buey, caliento al Niño. —Ve a dar una vuelta que yo te sustituiré —sugirió Barai. El asno no se hizo de rogar, se levantó despacito y Barai ocupó su puesto. Estaba orgulloso de veras por estar junto al Niño, de calentarlo como podía, y a pesar del cansancio y de lo incómodo de la postura, consiguió seguir despierto. Entretanto, sobre aquella mísera cabaña, alta en el cielo, seguía brillando la estrella. Al cabo de un rato volvió el asno. —Me siento mucho mejor. Gracias, amigo, has sido muy bueno. —Oh, no es nada, lo he hecho con gusto, de corazón. Los dos volvieron a cambiarse el puesto, Barai se acurrucó junto a Alí dormido y al fin se durmió también. Llegó el amanecer. Se despertó el Niño. Se despertaron su papá y su mamá, el buey y el asno. También despertó Alí, adoró al Niño y le ofreció el saquito de dátiles que había traído de casa. Luego despertó a Barai que dormía aún junto a él para reemprender el camino a casa y de repente abrió unos ojos como platos. ¿Era «su» borrico aquel que se estaba levantando con un pequeño rebuzno? El pelo de Barai se había vuelto apretado y reluciente, la mirada viva, las costillas ya no sobresalían, parecía rejuvenecido muchos años. Alí subió a su grupa, cada vez más maravillado, ansioso por contar lo sucedido a sus padres. Entretanto iban llegando otros pastores, campesinos, gente de los alrededores, todos con regalos, todos deseosos de adorar al Rey del mundo. El Niño dijo adiós con la manita a Alí y su papá y su mamá le sonrieron. Y él, aunque no acertaba a comprender tantas cosas, por ejemplo, por qué su borrico había cambiado tanto, se sentía muy, muy feliz. Fin Rossana Guarnieri Cuentos y leyendas cristianos

 

Navidad Poemas y Cuentos





 

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LAS ARAÑAS DE NAVIDAD - LEYENDA


Hace mucho tiempo, en un pueblecito allá en las montañas, iniciaron los preparativos para la Navidad y como era costumbre, todas las mujeres se pusieron, escoba en mano,a limpiar y limpiar hasta dejarlo todo reluciente para cuando llegaran las esperadas fiestas Navideñas
En una de las caras habitaba una araña que tenia instalado su nido en las vigas del comedor. Viendo temerosa que las escoba se acercaba peligrosamente donde estaban sus pequeñas hijas, las llamo a todas y se las llevo un poco mas arriba, donde habia un pequeño hueco entre ladrillos y que casi no era visible.
“Allí estuvieron escondidas varios días, hasta que una noche vieron algo asombroso, en el comedor había brotado un árbol centelleantes de luces y lleno, desde la raíz a las puntas de toda clase de cosas brillantes y deliciosas.”
Las pequeñas arañas estaban muy impacientes y solo querían ir hacia el árbol, pero la mama araña no les dejó acercarse a él, hasta que en la casa solo se oyó el silencio.
Entonces las arañitas se deslizaron por sus hilos y bajando hasta el árbol para ver de cerca todas aquellas maravillas. Se pasearon arriba y abajo mirándolo todo, tocando los adornos con sus patas y dando tantas vueltas que, al final, todo el árbol quedó envuelto en una gran masa de telarañas y había perdido todo su esplendor.
"Justo aquella noche era la noche en que Santa Claus llegaba a las casas para dejar sus regalos”. Se rió mucho viendo lo felices que eran las arañas, pero también sabía que los niños se pondrían tristes cuando vieran su árbol tan sucio y gris.
Así que les preguntó si querían quedarse en el árbol para siempre. Algunas dijeron que sí y otras decidieron volver a su nido. Santa Claus sopló sobre el árbol y, las que quisieron quedarse, se convirtieron en arañitas doradas y sus hilos en bonitas y brillantes guirnaldas que colgaban de las ramas del árbol, haciendo que éste fuera aún más bonito.
Y esa es la razón por la que muchas personas ponen arañas y guirnaldas doradas en los árboles de Navidad.

 







 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Todo para Navidad XII Set ilustraciones para diseño

 
























































































































 Poemas de Navidad

Cuando era chica iba a ver el pesebre de la iglesia Santa Ana, con su vaquita echada, su pastor dando un paso detrás de las ovejas, un lago de agua celeste sobre un redondo espejo ( allí metía mis manos cuando nadie miraba, esperando un milagro de ese frescor sagrado ). Y el Jesús Niño con los brazos abiertos y mirándome . . . Sólo a mí me miraba. Eso creía. Sólo a mí, porque El y yo manteníamos un diálogo cada noche, cuando con mis hermanitas le rezábamos para : " Que el alma de mamita descanse en paz y el Niñito Jesús nos haga buenas y felices. Amén ". Todo el año lo imaginaba durante la oración, pero en Navidad El estaba allí, con su pañal y sus pies desnudos, con su padre tan serio y su madre hermosísima. Yo le decía que hiciéramos un trato : no me comería más las uñas, no robaría dulce de leche ni scons de la alacena, y El me traía de nuevo a mi mamá. Pero no. Mi mamá ya era un lucero de un cielo y los luceros no andan arrastrando su túnica de luz por las veredas. . . Pasaron tantas navidades como pétalos tiene una margarita. No, no volví a Santa Ana; no le pedí imposibles a mi amigo chiquito, acepté los designios de un Dios grande que tiene sus razones para dar y quitar. Aprendí a resignarme, a esperar, a llorar sin que nadie me vea; traté de comprender . . . y de aprender que el amor no pide explicaciones. Y aquí estoy, acercándome a esta Navidad . . . A mí siempre me gustaron las fiestas, su gusto a mazapán, su ruido de "rompe portones",sacarle el brillo con un lienzo a las copas, ponerle una campana al pino y lucecitas que se encienden y se apagan como el parpadeo mágico de un gnomo, reunirnos alrededor de la mesa fragante y llevar en el corazón a los que ya partieron para hacerlos brindar con nuestro vino y sonreír desde nuestra sonrisa. Pero este año, un poco triste o nostálgica, he buscado a mi antiguo amiguito: sobre el aparador un Niño Dios pequeñísimo de un pesebre de terracota que me hizo una amiga; lo pongo en la palma de mi mano y tiembla, como yo. Una lágrima entibia su cuerpecito leve, y le ruego, le ruego, le pido: "Señor, no quiero grandes cosas, no me des los océanos, sino un vaso de agua cada vez que tenga sed. No me des los sembrados de la tierra, sino una rebanada de pan cada vez que tenga hambre. No me des la extensión de las praderas, sino una parcelita verde donde echarme cara al cielo a mirar las estrellas, el vuelo de los pájaros, los rayos amarillos conque el sol me hace cerrar los párpados. No me des un vergel: quiero una flor tan sólo, un jazmín infinito que perfume mis días. Y una sonrisa que no se gaste como la cuentas del rosario. Y ganas de hacer lo que hago, para que no me convierta en una autómata o en una rutinaria". Dame esa cuota de amor que le permite al corazón latir sin sobresaltos, latir seguro y suave, con ese movimiento de vaivén con que la brisa mueve las ramas de los álamos. No me des una importante enciclopedia. . . dame una sencilla palabra para decir a cada una personas que se acercan a mí y hacerlas más dichosas. Niño de luz : que mis dolores no me nublen los ojos impidiéndome ver los dolores de los demás. Dale a mi mano, casi siempre extendida, una mano que la apriete con cariño. Pero por sobre todas las cosas, pequeño amigo mío, quiero pedirte algo muy especial. No me digas que no. No le digas que no a la niñita que visitaba tu pesebre en Santa Ana, a la que dejaba terrones de azúcar debajo del pasto amarillento para que comieran los camellos de los tres Reyes Magos. No le digas que no a la niñita que suplicaba que le devolvieras a su mamá y corría desaforadamente cada vez que tocaban el timbre de la puerta de calle. . . porque creía que era ella, la ausente, la que llamaba para estrecharla otra vez contra su pecho. . . Porque es un poco ella la que te pide, y un poco yo. Somos las dos que te rogamos que borres para siempre, para siempre siempre, la palabra 'soledad ' en nuestra vida".

Poldy Bird

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